En busca del equilibrio perdido: Ambiente o Sociedad... Ambiente y ...

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UNIVERSIDAD NACIONAL DEL NORDEST E Comunicaciones Científicas y Tecnológicas 2006

En busca del equilibrio perdido: Ambiente o Sociedad... Ambiente y Sociedad. El Caso del Área Metropolitana Gran Resistencia Alberto, Juan A. Instituto de Geografía. Facultad de Humanidades. UNNE. Av. Las Heras 727. (3500) Resistencia. Chaco. Argentina. Tel/Fax: (03722) 446958. E-mail: [email protected] Antecedentes: En la naturaleza cada espacio es ocupado a través del tiempo por diversas biocenosis o comunidades vegetales y animales, las que son influidas por los diversos factores ambientales, y especialmente por las múltiples interacciones que se dan entre sus componentes abióticos y bióticos. Esta evolución y variación de las diferentes comunidades de vida y los aspectos del entorno conforman un proceso denominado sucesión ecológica, y como resultante de esto se dan distintos paisajes o fisonomías geográficas para cada etapa o sere. Las sucesiones ecológicas según las características ambientales predominantes en cada etapa podrán ser: primarias, secundarias o regresivas, también estas últimas denominadas disclimax. Así las sucesiones primarias o de serie completa son aquellas donde el proceso de sucesión se desarrolla desde una zona desnuda hasta alcanzar el clímax. Mientas las secundarias pueden partir de una etapa cualquiera de la serie, causada ésta por una perturbación, ya sea un incendio, inundación, etc.; caso en que transcurrido un tiempo retornan a la serie primaria completa, o bien pueden originarse en paisajes gestado por el hombre como cultivos, potreros, áreas desforestadas, etc. que una vez abandonados tienden a regenerarse lentamente hacia una sucesión primaria, o bien, si el impacto es negativo y duradero derivarán en un disclimax. Este último o sucesión regresiva tiene un sentido contrario al clímax, tienden al desequilibrio, es decir, es un proceso hacia etapas inmaduras del ecosistema. Las causas del disclímax se originan en el ambiente, y muy destacadamente en la acción del hombre. No se trata pues de una sucesión ecológica invertida, más bien es una regresión forzosa del ecosistema por la destrucción de alguna etapa de la serie, por ejemplo por causa de un incendio forestal sin regeneramiento, podría derivar en la desertización. Ante esto, a la hora de analizar las relaciones ambiente y sociedad como también la pérdida del equilibrio dinámico de la naturaleza, es preciso tener muy en cuenta el crecimiento y expansión de las ciudades, ya que el uso del suelo con fines urbanos es irreversible. Probado está que los procesos de urbanización son las transformaciones más radicales que el hombre inflige sobre el entorno, tal vez uno de los impactos más agresivos, ya que por un lado degradan los ecosistemas naturales originales al expandirse sobre ellos generando un nuevo ambiente: la ciudad, un ecosistema artificial, considerado parásito por muchos entendidos en el tema, pues toma energía y recursos varios de otros ecosistemas, vecinos en algunos procesos, lejanos en otros. Por otro lado generan un cúmulo de desecho que contaminan y menoscaban la calidad del suelo, aire y agua del sitio que ocupan y de espacios circundantes (periurbanos y rurales). Está claro que los resultados de estos procesos e interacciones, ya sean de orden natural o antrópico configuran en el espacio un mosaico de fisonomías que denominamos paisajes. Relacionando así sucesiones naturales y procesos antrópicos en la configuración de ambientes con fisonomías particulares, cabe recordar lo enunciado por Tello, Enric (1999) quien indica que... “La explotación humana del suelo y la vegetación hace retroceder la sucesión natural de un determinado biotopo, que sin esa intervención tendería hacia estadios de mayor complejidad y organización en los que la biomasa almacenada sería mayor, pero también menor la biomasa producida.(...) El retroceso en la sucesión supone un “rejuvenecimiento” de los ecosistemas... pero luego agrega “El precio de ese retroceso sucesional hacia combinaciones más productivas es la mayor vulnerabilidad a las fluctuaciones imprevistas, fruto de la simplificación de los sistemas naturales de soporte.” La vulnerabilidad ante este tipo de fenómenos se acrecienta en aquellas regiones menos desarrolladas económicamente, ya que carentes de recursos no pueden prevenir estos desastres o remediar sus consecuencias, y claro está es mucho mayor, especialmente, en áreas densamente pobladas. Las ciudades por ser espacios estrechos con alta concentración de población son los sitios más vulnerables y con consecuencias impredecibles. Cabe recordar que las urbes y sus habitantes en gran cantidad de casos, conciente o inconscientemente, son causa y efecto, autores y victimas de estos desastres, pues al crecer las ciudades ocupan espacios no apropiados (áreas inundadles, laderas frágiles, etc.) o degradan áreas de riqueza paisajística y biodiversidad poco conocida, generando zonas de riesgos y aumentando su vulnerabilidad tanto ambiental como social. El Área Metropolitana del Gran Resistencia (ARMG) no escapa al modelo mundial de progresiva urbanización, de paulatina degradación del entorno y creciente aparición de problemas ambientales derivados, es una muestra más y un claro ejemplo de ello. El tratamiento de esta problemática, tanto a nivel mundial como regional y local se compendia en una nutrida bibliografía, o sus sucedáneos más recientes, las publicaciones en formato digital, tanto en discos compactos como en sitios en Internet. Merece insistirse que en la región existen estudios vinculados a la temática; investigaciones encaradas por distintos equipos en universidades, institutos y otros organismos gubernamentales y no gubernamentales concer-

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UNIVERSIDAD NACIONAL DEL NORDEST E Comunicaciones Científicas y Tecnológicas 2006 nientes al tratamiento y solución de problemas ambientales, sociales, políticos y económicos derivados del crecimiento urbano. Materiales y Métodos: Para el desarrollo de este tema se trabajó con una metodología basada en el estudio del paisaje, sustentada por una concepción geográfica y ambiental; pues responde a la necesidad de analizar y caracterizar el proceso de urbanización; valiéndose para ello de bases cartográficas, de síntesis e históricas, complementadas con fotografías aéreas e imágenes satelitales. Estos recursos metodológicos están orientados al uso de herramientas informáticas que permitan analizar y evaluar las diferentes variables ambientales. A partir de la aplicación de estos métodos y el análisis de sus resultados se realiza la evaluación de los efectos del crecimiento urbano del Gran Resistencia sobre los ecosistemas naturales primitivos y las sucesiones ecológicas que los animan, como reflejo de la ocupación social del espacio en el devenir histórico y sus posibles alternativas de solución. Discusión de Resultados: La Geografía y la Ecología del Paisaje han adquirido en las últimas décadas mucho prestigio y han sido adoptadas, en los países desarrollados, por planificadores y gestores de la administración pública involucrados en la toma de decisiones acerca del manejo del espacio con fines agropecuarios, forestales, de conservación de la vida silvestre, urbanos, industriales, etc. Al respecto, el acelerado crecimiento urbano y la proliferación de ciudades es, tal vez, una de las preocupaciones de mayor interés para estas nuevas áreas del saber, pues tienen que ver con los fenómenos sociales y demográficos más sobresalientes de la segunda mitad del siglo XX y lo que va del actual; ya que las urbes, como ecosistemas artificiales o antrópicos, son espacios reducidos que se caracterizan, desde lo social, por concentrar una alta densidad de población, sustentada por la inmigración del campo a la ciudad, y de poblados y urbes pequeñas a centros y metrópolis importantes, a lo que se le debe sumar el incremento por crecimiento natural propio; mientras desde lo ambiental se destacan por la fuerte demanda y entrada de energía y recursos naturales para su funcionamiento y existencia y, como consecuencia de ello, la posterior salida de productos elaborados y una gran cantidad de desechos. Estos fenómenos antrópicos tienen un fuerte impacto ambiental y dado el volumen de variables y lo acelerado de dichos procesos, en el tiempo y en el espacio, afectan fuertemente el equilibrio dinámico del entorno como también todos los ciclos y estadios de la naturaleza, generando problemas ambientales que van de simples a complejos, de fácil y pronta solución a irreversibles y permanentes, concernientes a la contaminación del aire, agua y suelo, la disminución del suelo subyacente por cementación y edificación, así como la pérdida de ambientes naturales y los seres vivos que los componían. El Área Metropolitana del Gran Resistencia no es ajena a fenómenos como los enunciados y, como en cualquier urbe, su crecimiento y expansión, especialmente la de los últimos cuarenta años, ha generado en un sentido amplio problemas entre lo ambiental, lo social, lo político-económico y lo cultural, más aún si consideramos que en gran parte se dio sin pautas mínimas de planificación y gestión urbana que respetaran y preservaran las características del sistema natural. Conclusiones: Esta claro entonces que, hoy, una de las necesidades más urgentes de los habitantes urbanos, pertenezcan al Área Metropolitana del Gran Resistencia o cualquier ciudad del mundo, es un ambiente menos vulnerable sea cual fuese el riesgo o peligro que atente contra él y sus habitantes, por lo que debemos propender a un asentamiento bien planificado, limpio, sano y seguro en el cual vivir y progresar. Es decir la ocupación y organización del espacio por los grupos sociales no debe ser el dilema “Sociedad o Ambiente”, sino que debemos usar todo el cuerpo de conocimientos científicos y tecnológicos que disponemos en la actualidad para un mejor uso del entorno y los recurso que el nos brinda, un manejo que respete sus ritmos y ciclos naturales, de tal forma de no caer en desequilibrios y, en el caso contrario, deberemos canalizar energía y recursos en la búsqueda del equilibrio perdido antes que sea muy tarde, lo ideal sería prevenirlo, pero, cuando el daño está hecho o el error cometido, ...es esto lo que tengo y es esto lo que quiero, debo y puedo hacer... al dilema transformémoslo en problema y al problema busquémosle soluciones. Es utópico pensar detener el crecimiento de la población y la expansión urbana, imposible dejar de producir alimentos y distintos recursos esenciales para la vida, inadmisible no dar vivienda y vestimenta adecuada al ecumene, pero si es posible y es necesario que la búsqueda de recursos y el uso del entorno sea sostenible, por nuestro propio bien... esto es responsabilidad de todos, y es factible concretarlo a través de: • una política ambiental que proteja y preserve el ambiente a través de la prescripción y aplicación de normas ambientales que rijan adecuadamente el uso de los recursos naturales, establezcan controles permanentes y frecuentes que promuevan la calidad de vida ambiental y social. • una educación ambiental que impulse: 1) el conocimiento integral de la complejidad del ambiente, tanto el natural como el creado por el hombre, resultante de estrechas interrelaciones entre factores biológicos, físicos, sociales, económicos y culturales; sin olvidar que la alteración de uno de estos repercute en los otros, pudiendo generar problemas ambientales graves; 2) la valoración de todas las formas de vida del planeta sin distinción, remar-

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UNIVERSIDAD NACIONAL DEL NORDEST E Comunicaciones Científicas y Tecnológicas 2006 cando su importancia en la configuración de la Biosfera; 3) la adquisición de conocimientos, valores, comportamientos y competencias prácticas que permitan la intervención en forma pertinente, responsable y eficaz en la prevención, control y solución de problemas ambientales; • una cultura ambiental que resulte de la adecuada aplicación y desarrollo de las dos anteriores, de tal manera que fomente: 1) un estilo de vida de convivencia armónica “en y con” el entorno; 2) la defensa del patrimonio ambiental, histórico y socio cultural de su ámbito de residencia; 3) la búsqueda permanente de alternativas que permitan un mejor conocimiento y uso sostenible del ambiente; y 4) el impulso de un equilibrio entre apetencias individuales, intereses sociales, crecimiento urbano, desarrollo económico y ciclos y recursos naturales. De esta forma las ciudades, como ecosistemas humanos, si son bien administradas y planificadas correctamente podrán soportar concentraciones cada vez más considerables de personas, limitando su impacto en el ambiente y mejorando sus niveles de salud y de vida. Naturalmente que las leyes nacionales y locales conjuntamente con subsidios oportunos y pertinentes deberán desalentar el desperdicio, alentar la conservación y promover soluciones sostenibles de los espacios urbanos. Acotando esto a nuestra realidad local, al AMRG, se deberá equilibrar la balanza entre las apetencias de los habitantes del conurbano, entre los intereses económicos y políticos de turno y las potencialidades y limitaciones del ambiente, si bien no debemos caer en sesgos de la viejas escuela determinista, ya que si bien el ambiente no es determinante, sí es un condicionante, nos ofrece posibilidades pero nos muestra limites y cuanto de vulnerables somos, está en nosotros y en los responsables políticos de cada período hacer que la balanza entre intereses humanos y ambiente sea justa, que los planes y proyectos sean inteligentes y sustentables, que la expansión urbana siga las normas y controles preestablecidos, de tal forma que vivamos bien “en y con” nuestro entorno, que nuestro lema de vida sea “Sociedad y Ambiente” y no el dilema de optar entre uno u otro, que convivamos armónicamente con él, para hacer que las vulnerabilidades sean menores, que tengamos menos riesgos, que nuestras lagunas y ríos, que nuestros bosque y pastizales periurbanos enriquezcan el paisaje, se constituyan en reservas urbanas para paseos y aprendizajes, sean propulsores de oxígeno para el aire urbano y no sitios para arrojar basura, abandonar animales domésticos, incendiar y contaminar o cometer ilícitos como robos y violaciones. La solución es viable, creo, obviamente siempre que se concrete con veracidad científica, renunciamientos de intereses político y económicos, y una buena dosis de perseverancia.

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